Ene
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Niños que comen “casi” de todo


A menudo, tener que comer pescado, legumbres o verdura se convierte en una pesadilla para muchos niños y niñas (y también para sus padres). La mayoría de adultos se inventan mil y una estrategias para conseguir que sus hijos se coman el brócoli, los garbanzos o la merluza sin rechistar; algo que puede resultar agotador.

La gran pregunta es: ¿Qué pasa si no los comen? ¿Tendrán alguna deficiencia? ¿Podrían incluso enfermar por falta de algún nutriente?

En realidad, la respuesta es no. El cuerpo de los niños (también el de los adultos) no necesita disponer de todos los alimentos. Lo que sí precisa es ingerir, gracias a unos alimentos u otros, los nutrientes necesarios para estar sanos y crecer.

Así, más que la necesidad de comer pescado en forma de sardinas, por ejemplo, lo que sí es imprescindible es ingerir las proteínas, grasas, minerales y vitaminas que estas aportan a la dieta.

Pero, como no existe ningún alimento que incluya absolutamente todos los nutrientes necesarios, es importante seguir una dieta lo más variada posible.

¿Se niega en redondo a comer?

Cuando un niño se niega a comer un plato porque dice que no le gusta (fenómeno conocido como “neofobia alimenticia”) no hay que dejarse vencer, ni es bueno saltarse los hábitos familiares para adaptarse a sus preferencias.

En ningún caso debemos cambiarle el plato para ofrecerle otro de su agrado. Asimismo, no se debe permitir que el niño pique entre horas. Alterar la dieta para satisfacer sus demandas sólo trae como consecuencia que la dieta del niño no sea nutricionalmente equilibrada, y que perdamos nuestra autoridad como padres. Sin embargo, tampoco hay que enfadarse con él, haciendo de la comida un tema de discusión. Si se niega a comer el entrante, pasamos al segundo y viceversa.

Cambio salsa verde por salsa roja.

Un buen ejercicio es cocinar el alimento “conflictivo” de diversas maneras, con tal de que el niño no lo asocie a una técnica culinaria concreta. Seguro que el bacalao al pilpil te sale riquísimo, pero, si no lo acepta, quizá deberías probar con otra salsa que le guste, como un sofrito de tomate, o bien cocinándolo al horno con patatas. Así variamos la técnica, pero no el alimento, al que el niño se irá acostumbrando. También hay que intentar que el alimento que desagrada sea el primero en el menú, porque, si el pequeño viene con hambre, hay más posibilidades de que se lo coma . Otra idea es poner el alimento como guarnición, de forma que pase más inadvertido. Así, si el niño no puede con un plato entero de alubias, sírveselas como acompañamiento de su plato preferido y las asociará a algo que le encanta.

De todas formas, es posible que a tu hijo realmente le disguste comer un alimento concreto (a los adultos también nos sucede). Si la aversión persiste, o bien existe un problema de intolerancia, será preciso sustituir dicho alimento por otro que aporte nutrientes similares: yogur o queso en lugar de leche, arroz en lugar de fideos, frutos secos y legumbres en vez de carne, etc.

Fuentes y más información:

La cocina de la salud (Planeta)

“Més enllà dels macarrons” (Mina, en catalán)

Imagen: Photl

 

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